Pasó el día del trabajador y por falta de tiempo, olvidé hacer mi reflexiones con respecto a ese día. Más que felicitar a los trabajadores; sólo quisiera dar palabras de admiración, valor, esperanza y fortaleza ante su esmero y dedicación a pesar de la dura realidad económica y política que atraviesa el país, pues no resulta fácil para el trabajador venezolano sobrevivir con miserable sueldo que no se ajusta a los precios de la canasta familiar, costos de estudio y demás. Ante ello, es digno de admiración ver como el venezolano se enfrenta y hace malabares ante esa situación; unos dirán: "si no trabajas, no comes" (perteneciente a la cita bíblica: Tesalonicenses 2, 3:10) y es aceptable tal argumento, pero más allá de sólo alimentarnos tengo que agregar que el trabajo dignifica y eleva el conocimiento de la razón humana; pues el mismo, nos hace seres humanos útiles tanto para nosotros mismos como para los demás, útiles para otras especies, animales, medio ambiente entre otras.
Quisiera citar las palabras de la madre Teresa de Calcuta que son pertinentes para la ocasión; un día dijo: "No puedo parar de trabajar. Tendré toda la eternidad para descansar". En esas palabras se evidencia la decisión firme e irrevocable de su vocación y empeño dedicados al trabajo; y no por superación propia sino por el bien de los demás.
De igual manera, pienso que debe hacerlo el trabajador venezolano; no trabajar por un quince y último sino más bien trabajar para servir a los demás con la finalidad de ayudar a personas que lo necesiten. Debemos cumplir nuestras funciones laborales con responsabilidad, ética y buena vibra para que esas pequeñas tareas se vayan percibiendo como un cambio positivo. Es ahí cuando el venezolano dirá: "Lo estamos haciendo bien, estamos construyendo un país".
Para concluir, la madre Teresa de Calcuta decía: "Dar hasta que duela y cuando duela dar todavía más". Yo en cambio y con el respeto que se merece la madre Teresa mejor diría: Trabajar hasta que duela y cuando duela trabajar todavía más.