“¡Mamá! ya es hora de ir a
la escuela”, le dice el niño ansiosamente a su madre para que lo lleve rápido
al colegio.
Ante el inicio de las clases, miles de niños se muestran ansiosos e impacientes por
compartir con sus compañeritos, amigos y maestros. Se muestran alegremente sus
nuevos cuadernos y libros; además de sus bolsos y loncheras nuevas con sus figuras
decorativas y relucientes. En cambio, sus padres sólo se preocupan en qué
alimentos colocar en la lonchera de sus hijos.
Aunque muchos resuelven con
lo primero que se les ocurre, eso no está del todo bien, ya que el niño
necesita de alimentos con suficientes valores energéticos que les permita desarrollarse
y mantenerse durante las actividades físicas y psicológicas que tanto demanda
un aula de clases; pero en tiempos de escasez, ¿cómo pueden resolver los
padres?.
La nutricionista Rossimar
González recomienda que el alimento del niño debe estar compuesto por un
alimento de cada grupo; harina, proteína, fruta, vegetal y grasa en menor porción.
“Un ejemplo de un menú podría ser una arepa (harina), más revoltillo (proteína)
con cebolla o tomate (vegetal), más una fruta o jugo y puede llevar un poco de
mantequilla. Otro ejemplo de un alimento balanceado puede constar de panqueca
con zanahoria más queso o jamón y jugo de fruta”, dice la especialista.
Pero respondiendo a la
pregunta antes planteada, la harina de maíz es uno de los rubros que
difícilmente se pueden conseguir en los supermercados, es por esto que González
invita a utilizar otros sustitutos como cereal en hojuelas, plátano, pan o
avena, los cuales pertenecen al grupo de los carbohidratos. “Hay que seleccionar frutas que sean de fácil disponibilidad, es más fácil conseguir
una fruta de nuestra región, por ejemplo mango, que una importada como el caso
de la pera. La leche puede ser sustituida por el yogurt que es más fácil de
conseguir”, explicó.
Aunque padres prefieren darles dinero a
sus hijos, es necesario que estos deban ser orientados sobre qué alimentos
comprar, ya que las chucherías pueden mostrarse como una tentación para ellos;
se aconseja equilibrar la frecuencia con la que se les da dinero. Las cantinas deben
ofrecer un menú balanceado que tenga los nutrientes necesarios para el niño;
estas deben ser supervisadas por el Instituto Nacional de Nutrición.
Es importante resaltar que las bebidas
carbonatadas y chucherías en exceso no son recomendadas para los pequeños de la
casa, ya que estos elevan el nivel de azúcar del infante, ocasionando así la
hiperactividad y en el peor de los casos obesidad.
“Muchas veces los padres por facilidad
deciden comprar alimentos en la calle, como empanadas, pastelitos y tequeños,
pero el exceso de grasas saturadas (frituras) es perjudicial e incide en el
crecimiento y desarrollo de los niños”, explica González.
La preparación de una buena lonchera debe
empezar en la concienciación sobre cuáles alimentos beneficiarán a los niños,
no obstante las escuelas y cantinas deben promover una cultura alimenticia
basada en menús nutritivos y equilibrados en harina, proteína, fruta y verdura.